Después de los atentados del 9/11 en 2001, y en un arrebato por nivelar inmediatamente su economía, EEUU tomó medidas radicales como desregular los mercados, reducción de impuestos y tipos de interés y expandir crédito, aunado a los gastos millonarios que generaron las guerras de Afganistán e Irak; generando una crisis económica que inició en 2002 y que detonó en el 2008 en la burbuja inmobiliaria que llevó al colapso financiero a diversas entidades y que afectó directa o indirectamente a todo el mundo.
En el 2003, y debido principalmente a que grandes compañías Fortune 500 estaban históricamente presentando resultados muy por debajo de sus expectativas, Gary Hamel, consultor y maestro de la Escuela de Negocios de Harvard, se le ocurrió la idea de tomar el concepto de resiliencia, término comúnmente aplicado en Biología a los ecosistemas y medio ambiente, para incorporarlo en las técnicas de administración modernas, como una herramienta para fomentar en el sector empresarial la capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse, para después volver a la normalidad.
Con la bandera de “crisis como una oportunidad” y con la doctrina de que “la velocidad con que el mundo se vuelve turbulento es mayor a aquella con que las organizaciones adquieren resiliencia”, el concepto de resiliencia se volvió popular, se impartieron talleres y seminarios, y el artículo de Gary Hamel “En busca de la resiliencia” de la Harvard Business Review se volvió el más leído de ese año (2003) y el top 10 de todos los tiempos de dicha publicación.
¿Pero qué valor agregado ofrece este concepto rescatado en 2003 y porqué tiene relevancia en nuestros tiempos? La realidad es que en la actualidad, como hace 17 años, debemos continuar tratando de sobrellevar la adversidad y salir fortalecidos en un entorno vulnerable que si bien no parece claro, pudiéramos a través de ciertas técnicas adoptar un sentido de determinación que nos permita adaptarnos y lograr un mejor futuro.
Por lo mismo en el ámbito empresarial se vuelve relevante contar con las herramientas necesarias para afrontar una situación adversa que pudiera poner en peligro la permanencia del negocio, las cuales menciono a continuación:
Primeramente anticiparse, aceptar y adaptarse al cambio, pero al mismo tiempo mantenerse centrada en su propia estrategia de negocios. Debe el empresario romper paradigmas y ser flexible para tomar el cambio y capitalizar la oportunidad que una situación desafortunada les ofrece.
Segundo, las empresas resilientes deben tener la capacidad de aprender rápidamente e implementar toda aquella iniciativa necesaria que permita conseguir los objetivos necesarios para salir de una situación de crisis, aprovecharla a su favor e incluso tratar de convertirla en fortaleza.
Tercero y último, se requiere de liderazgo y disciplina por parte de la Dirección General, la cual debe fomentar una mentalidad de apertura y desarrollo, fomentando una cultura de adaptación necesaria en las situaciones más impredecibles en todo su equipo de trabajo. A su vez el líder debe contar con sentido de determinación y una visión a largo plazo, que le permita migrar de una situación actual a una situación deseada y encontrar el equilibrio adecuado entre el control del riesgo y el aprovechamiento de oportunidades.
Al final del día, a los empresarios la resiliencia nos permitirá aprender de las malas experiencias, anticiparnos a las tendencias, sobrevivir a largo plazo y trabajar con todo ese estrés para estar preparado y enfrentar cualquier tipo de entorno que se nos presente. Vale la pena estar preparados.